domingo, 29 de abril de 2012

Vacunando al desamor.







Resulta enormemente bello y conmovedor ver como pasean, juntos de la mano, dos seres humanos cuya edad se puede adivinar sobre los ochenta, con una compenetración tal que parece marcar los pasos de ambos hacia una diligente interpretación de las profundidades del respeto, y del amor. Y puestos a imaginar, y a admirar, la cantidad de días que han compartido el sentimiento de sentirse uno parte del otro me lleva a pensar que, aunque se trate, por incomprensible desgracia, de una aguja en un pajar, es posible la existencia de ese casi imposible e impensable afecto duradero, e intransigente con los asuntos del fraude, al que en algún momento de su vida cualquiera de nosotros se ha propuesto aspirar. Entonces vuelvo a las andadas de la duda a cerca de si es bueno o malo el hombre por naturaleza, o de si no tiene porqué ser ni una cosa ni la otra sino simplemente ser lo que es y soportar su condición lo mejor posible, tratando de no sufrir en demasía en el caso de que le haya tocado la china de la lucidez cuyo corazón es permanentemente atravesado por las flechas de fuego de las injusticias que le rodean.

Pero ese señor y esa señora cuyos ojos habrán visto millones de barbaridades cuentan con el desmesurado tesoro del cariño a la vista de todos. Pero parece que nadie se percate del ejemplo con el que marcar la pauta de un posible efecto dominó que arrollaría a la maldad y la quitaría del medio en un pispás. O tal vez no, tal vez andemos en otras cosas que nos nublen la mirada hacia ese futuro incierto que tan poco se encarga del cultivo de la materia espiritual con la que disfrutar de la infranqueable fuerza de la amistad. Puede que andemos perdidos, seguro, y que, como le escuché decir a alguien, hace unos días en la radio, ahora se haya puesto de moda ser hijo de padres separados; o sea, una palpable muestra del desconcierto generalizado que se encarga también de soltar por la boca todo aquello cuanto se nos ocurra sin pasarlo por el filtro de la lógica. Como si la realidad estuviera superando todas las fantasmagóricas historias que se plantearon hace años tipos del talento de H.G. Wells y por innovar ya nos dé hasta por innovar con los sentimientos.

Les pongo nombre, les imagino un pasado, un maravilloso noviazgo, las vicisitudes de alguna contienda de la que no tuvieron culpa, los otoños y los inviernos, los apagones de muchas velas con el recién estrenado soplido de la tercera o la cuarta juventud. Se lo imagino todo a ese par de seres humanos a los que contemplo y a los que deseo parecerme llegado el momento en el que lo más ansiado debe ser la transparencia de una labrada tranquilidad, y tras ellos detecto un halo de satisfacción que debe ser parecido a la mejor recompensa con la que la existencia ha decidido premiarlos por ser tan sensatos, por no haberse cansado de regar las plantas del apego ninguna de las mañanas de sus vidas. Y me niego a pensar en otro asunto que me separe de esto porque el resto me parece tan superfluo y correoso como para sentirme engañado por los miserables hábitos de nuestra civilización, y corro a guarecerme durante unos instantes bajo la sombra de los más dignos personajes de la decencia ciudadana con los que me he topado hoy, y continuo en mis intentos de imaginarme un mundo diferente, eso sí, vacunándolo contra las peligrosas modas del desamor con las que ahora parece que se perfuma el rebaño.

5 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Querido Clochard:
    Creo sinceramente que estamos viviendo una epoca de falsos velos que no nos deja ver la realidad.Falta respeto,primero a uno mismo y después a los demás y, algo más de empatía hacia el projimo.Al final los mitos y los ídolos se caen de sus altares...Es muy hermoso verles pasear complices de su destino.Un abrazo fuerte!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida Amoristad:

      Pues si, asi está el asunto. Bueno, siempre lo ha estado, lo que ocurre es que da pena que con tanta evolución hayamos evolucionado tan poco en este aspecto.

      Mil besos.

      Eliminar
  3. Creo que la imagen en tu cabeza sea probablemente más idílica que la realidad pero te dejaré seguir soñando,...que es gratis y eso hoy en día es un tesoro!

    ResponderEliminar
  4. Un poco de eso hay, pero sin el complemento de los sueños se me hace un poco dificil. Actuan como terapia, aunque sin pasarme, que el asfalto tiene mucha tela que cortar y la realidad una gracia particular, por supuesto. Pero ese tesoro...no lo cambio por nada.

    Salud.

    ResponderEliminar