domingo, 28 de agosto de 2016

Ciénaga de datos


Resultado de imagen de nuevas tecnologías

Me ha costado mucho trabajo entrar en la órbita de las nuevas tendencias de la comunicación que permiten hacer de nuestros teléfonos móviles prácticamente ordenadores personales. Pienso que muchas veces, para defender las nuevas tecnologías sin dejar de hacer uso abusivo de la dependencia que éstas nos generan y de la autocomplecencia derivada del instintivo absurdo que tienen todos los vicios, nos excusamos diciendo que todo es bueno siempre y cuando sea bien empleado, pero en la mayoría de los casos ahí nos quedamos mientras dichas tecnologías no dejan de atraparnos en el morbo de su red, en la pantomima de la gratuidad, en el derroche de tiempo que malgastamos pegados a una pantalla buscando el más mínimo resquicio para decir aquí estoy yo y de paso enviar una foto del más trivial de los asuntos, por aburrimiento, porque el tedio de las horas muertas nos puede y porque no podemos soportar la idea de ser unos pobres diablos, porque una civilización que ha conseguido hacer del mundo un campo de concentración se encuentra con la fatal consecuencia de no haber llegado a la toma de conciencia de lo que realmente es, cosa que a medida que se va desarrollando el campo de las nuevas formas de comunicación hace que sea cada día más fácil estar "concentrados" en un monumental despiste que nos obliga a mirar hacia otro lado, cuando donde es apremiante que vayamos mirando es en nuestro interior y a nuestro alrededor solamente por la curiosidad de ver qué es lo que nos ocurre, cuál es nuestra perspectiva, cómo consideramos que es nuestro entorno, en qué medida nos afecta ese cúmulo de presuntas facilidades; por eso sigo pensando que esto es como ese bicho viscoso que al Nakata de Murakami le salía por la boca y no dejaba de avanzar por la habitación; quiero decir que si, que todo las innovaciones bien empleadas se convierten en un avance que nos permite acortar distancias, resolver muchas dudas de una forma más rápida, llegar antes a la resolución de una emergencia e incluso vivir mejor; pero lo que no tengo tan claro es que estemos preparados para eso por este camino, porque son bastantes las carencias a las que nos cuesta mucho trabajo enfrentarnos abandonándonos en una de las más lastimosas desidias en las que pueda quedarse varada una cultura: poner en peligro de extinción la ortografía de su propio idioma, por ejemplo. Me parece perfecto que las nuevas tecnologías aplicadas a la comunicación hagan acto de presencia en nuestras vidas, lo que no admito es que las invadan con memeces; me resulta curioso ver cómo la gente se intercambia constantemente fotos de las raciones de gambas a la gabardina que se están comiendo en una terraza o del color de la silla que están eligiendo en unos grandes almacenes. En el fondo lo que ocurre es que se estrechan las distancias del aburrimiento y se engorda el síndrome del narcisismo más superfluo: el del andar por casa y por la calle, el que consiste en decir esta boca es mía en cada una de las fotos o comentarios sin respaldo cultural que los sustente, en la desatención al mismo tiempo a una serie de factores que nos harían disfrutar, una vez superados los complejos de inferioridad, las envidias y los traumas de seres solitarios e indefensos que no saben estar solos, de otro montón de cosas que andan a la espera de lo que vendría a ser una buena utilización de las buenas tecnologías. No sabemos estar solos, necesitamos un estímulo en forma de ok, de si, de estar de acuerdo, necesitamos un me gusta porque todavía no hemos aprendido a soportarnos, a gustarnos, a considerarnos, a respetarnos a nosotros mismos. No siempre es así, hay empresas que gracias a esto pueden gestionar mejor sus planes de actuación, y organizar mejor la disposición de sus equipos y el continuo aprendizaje de los mismos, por supuesto; el mundo del periodismo se ha fortalecido para hacer mejor y más de prisa su encomiable labor informativa, y así en todo lo que se refiere a hacernos la vida más cómoda, en eso si creo y me siento agradecido como uno más de los beneficiados por ello. Pero, me pregunto, dónde va el ser humano, todos y cada uno de nosotros, nuestro interior, lo que somos, nuestra capacidad de cuestionarnos, el silencio necesario para meditar unos minutos, la parada en la que dejar que el pensamiento haga su examen de conciencia para lavar un poco las tuberías de la ciénaga de datos inútiles en la que nos estamos metiendo; todo eso, dónde está.

2 comentarios:

  1. Las nuevas tecnologías, como el alcohol: consumir con moderación...
    Salu2, Clochard.

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    1. Como la dieta sana, un poquito de todo pero sin pasarse.

      Salud, Dyhego.

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