martes, 14 de noviembre de 2017

Diario de Noviembre XXIV


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Hoy el día ha tenido esa parte interesante que suelen suponer los puntos de partida. La sangre camina a sus anchas por la senda de la conciencia; menos da una piedra. Sol y sombra a muy diferentes temperaturas; cambios de tercio en el ajetreo de las calles; abrigos y mangas, atisbados pañuelos que no llegan a bufandas; almendras garrapiñadas y castañas asadas; una vida detrás de cada mirada, un disfraz para cada pose, como siempre, en eso no hemos cambiado, seguimos en nuestras trece y de ahí no hay quien nos saque. Ya no sé cuántas Españas hay, si una, si dos, si tres, todas ellas indefinidas e indefensas ante la hecatombe que suponga la falta de criterio de esos cuantos que lo resuelven todo a su manera, en sus sitios, en sus despachos, en sus restaurantes, en sus reservados en los que está reservado el derecho de admisión. He vuelto a encontrar en las calles de La Ciudad a esa señora en silla de ruedas que pide constantemente ayuda, al abuelo con gorra de béisbol reiterando con precisión de pentágrama medaspauncafé....medaspauncafé, y a un grupo de cinco jóvenes sentados sobre el tranco de un escaparate luciendo a sus pies la hoja de un cuaderno en la que ponía Estudiantes perdidos; me he sumado a un grupo de turistas para recorrer Agua y Vida hasta acabar en los Alcázares y,  a las espaldas de la Catedral, me he bañado en sol. Las reinonas de la mañana urbana lucen sus tacones y sus faldas cortas, sus pantalones ajustados, sus ceñidas chaquetas de secretarias, de visionarias del filón, sus labios hinchados de gel espesante, sus pómulos y sus pechos a prueba de bomba, sus gafas escondiendo los cristales de la madrugada que acabó en cada uno por su lado pero esto no puede quedar aquí; los hombres de la ejecución visten a lo que marque la moda (les pasa lo mismo con las mujeres) aunque les quede/queden mal; hay qué ver que mal gusto tienen para los zapatos, de lo del sombrero podré opinar si cumplo los cincuenta. He amado, he tomado café y tostadas y cerveza, he paseado y visto y olido, he leído y fumado y escrito; es decir he vivido.

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