miércoles, 15 de noviembre de 2017

Diario de Noviembre XXVII


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Se nos despierta en Noviembre el apetito por lo que se pega al riñón; este mes huele a  caldereta y a higaditos, a riñones al jerez y a guiso de lentejas, a manzanas asadas con azafrán y a puesto de hortalizas mezcladas con legumbres, a carros de la compra con pan de centeno y a desayunos con aceite de oliva y café humeante; este mes huele a periódico doblado con elegancia, a artículo escrito con una pipa en los labios, a bufanda en la que se guardan las chuletas, a incienso de armonía, a dedo en la barbilla. Parece como si los datos necesarios con los que darle forma al crucigrama de las costumbres se encerrasen en treinta días, pero el caso es que cada mes tiene lo suyo como cada uno tenemos lo nuestro; cada mes se desenvuelve en su desierto y en su república planeta de la Naturaleza, en su albarán y en su factura, en su recibo de la luz y en su hueso de cereza; y luego las quincenas y su posibilidad de achicar los espacios por los que se escabulle la memoria, organizándonos tratando de ponerle orden al tiempo; la de veces que en esas conversaciones de besugos en las que hay que aguantar el chaparrón se trata de justificar el mal estado de un negocio aludiendo a las quincenas; las quincenas se visten de comodín y los presupuestos de seda; vamos, que posibilidades hay; en cambio, si acotamos más el cerco, haciendo de nuestro álbum de fotos un recordatorio más extenso, llevándolo al límite de la división en semanas, no nos resultaría tan fácil archivar cuándo y cómo sucedió aquello que dio pie a lo otro sin lo cual no hubiese sido posible tal o tal otro guorever. Un ejercicio de memoria encauzado a la recopilación de fotogramas basados en momentos de felicidad no sería mala receta para ir recordando que no nos podemos olvidar de nosotros mismos, de lo poco/tanto/bastante/mucho que somos, del aire que respiramos y de las calles por las que se gastan las suelas de nuestros zapatos. Noviembre tiene ese aire de sin enchufe en el concierto básico de la caída de las hojas de los árboles. En La Ciudad todos los meses tienen su guiso de Primavera.

1 comentario:

  1. Noviembre es la antesala del fin. Y su música suena como un tatatachán.....

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