martes, 14 de noviembre de 2017

Diario de Noviembre XXV


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Hoy, esta tarde de siglo XXI cargado de incertidumbre, he mantenido una conversación en la que ha salido a relucir varias veces la palabra ambición. Ese vocablo, en función de quien lo pronuncie, tiene ya implícito en su fonética el cariz devorador; hay qué ver cómo cambia el sentido de lo que escuchamos en función hasta de la postura en la que nos encontremos cuando hablamos; por eso nunca viene mal, en caso de duda, preguntar qué es lo que se quiere decir con algo en concreto. Como ando por la vida sorprendiéndome del mecanismo de un lápiz suelo pararme a pensar con cierto apego semántico en las variantes de cada cosa que me dicen, porque pienso que en ese ejercicio aprende uno a saber lo que tiene que decir para que se le entienda. El pensamiento, la voz, las cuerdas vocales, las ideas, la palabra, la suposición, la explicación y el contexto, el mensaje y el sonido que lo transporta, las imágenes que conectan la dicción con la escucha, todo ello me resulta apasionante. Ahora que tengo un poco más de tiempo libre me he decantado por el ensayo y mi última adquisición ha sido un libro de Arnold Hauser: Historia, Arte, Literatura, sociedad, costumbres, tendencias, formas, señales, estética en base a, ilusiones, estudios, análisis. A las canciones les pasa lo mismo que a la lengua porque son lenguaje. Escucho The Doors y descubro las bases del romanticismo de un estilo cercano y con un punto en el horizonte del que han bebido el ciento y la madre. Noviembre se despliega a sus anchas por el calendario; debido a una tendencia a acotar la existencia en fechas que parcelan el almanaque cada vez se les va viendo el pelo con más anticipación a los aromas navideños; en breve pondrán las bombillas y dentro de nada nos estaremos comiendo el turrón y andaremos con lo de la Lotería y todo eso; pero antes aún quedan un mundo y varias vidas, muchas bibliotecas e idílicos parajes para el gozo, sonrisas, compañías y paseos a los que nunca se les sacie el apetito de la contemplación.

2 comentarios:

  1. Clochard:
    buena idea la que propones, preguntar en cada ocasión al emisor qué quieres decir exactamente porque vemos continuamente que la misma palabra se utiliza para una cosa y para su contraria.
    Oigo por ahí "bestial" y me imagino, yo qué sé, al energúmeno que degolló a su hija de dos añitos, y resulta que "bestial" es algo buenísimo.
    Oigo a Iglesias, a Rajoy, a Puigdemont, a Ribera, a Trump, a Maduro y a Duterte hablar de "democracia" y, no sé, parece como si un escalofrío me recorriera el galillo.
    Salu2.

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  2. Veo que sigues en tu línea...
    La misma curiosidad infantil, esa maravilla, en tus palabras.
    Otros deshaciendo mundos y tú plantando ideas.
    Besos y versos.

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