viernes, 10 de agosto de 2012

Bertrand Russell. Ensayos impopulares (V)






Platón, en su República, estableció que las opiniones alegres a cerca del otro mundo deben ser impuestas por el estado, no porque sean ciertas, sino para hacer que los soldados estén más dispuestos a morir en el combate.

El temor colectivo estimula el instinto del rebaño, y tiende a producir ferocidad hacia los que no son considerados miembros del rebaño.

No se puede confiar en que un hombre, una muchedumbre o una nación obren humanamente o piensen cuerdamente bajo la influencia de un gran temor. Y por este motivo los cobardes son más propensos a la superstición.

La deshonra es, para muchos hombres, más dolorosa que la muerte; éste es uno de los motivos de que, en tiempos de excitación colectiva, tan pocos hombres se arriesguen a disentir de la opinión prevaleciente.

Admiro especialmente a cierta profetisa que vivía junto a un lago, en la parte septentrional del estado de Nueva York, hacia el año 1820. Anunció a sus numerosos discípulos que disponía del poder de caminar sobre el agua y que se proponía demostrarlo a las once en punto de cierta mañana. A la hora indicada, los fieles se reunieron por millares a la orilla del lago. Y ella les habló diciendo:"¿Estáis todos plenamente convencidos de que puedo caminar sobre el agua?". A una, todos respondieron:"Lo estamos". "En ese caso -anunció ella-, no hay necesidad de que lo haga." Y todos se volvieron a sus hogares, sumamente edificados.

Cualquier hombre que tenga el legítimo impulso de maestro estará más ansioso por sobrevivir en sus libros que en la carne.

Un sentimiento de independencia intelectual es esencial para el el adecuado cumplimiento de las funciones del maestro, puesto que su tarea es inculcar todo lo que pueda de conocimiento y razonabilidad en el proceso de formar la opinión pública.

La tarea de los maestros tendría que ser permanecer fuera de la pugna entre partidos y tratar de imbuir en los jóvenes el hábito de la investigación imparcial, llevándolos a juzgar a cerca de los problemas según los méritos de éstos y a ponerse en guardia para no aceptar las afirmaciones ex parte sin más.

Una de las funciones del maestro tendría que ser la de abrir ante sus alumnos paisajes que les mostraran la posibilidad de actividades que fuesen tan deliciosas como útiles, liberándoles de ese modo los impulsos bondadosos e impidiendo el crecimiento del deseo de despojar a otros de alegrías que a ellos les faltaron.

la clase de virtud que puede producir la ignorancia vigilada es frágil y fracasa al primer contacto con la realidad.

Decir mentiras a los jóvenes, que no tienen formas de verificar lo que se les dice, es moralmente indefendible.

El maestro, como el artista, el filósofo y el hombre de letras, sólo puede realizar adecuadamente su trabajo cuando se siente como un individuo dirigido por un impulso creador interno, no dominado u aherrojado por la voluntad exterior.

Todos los sistemas deberían permitir vías de escape y excepciones, porque, de lo contrario, aplastarán cuanto hay de mejor en el hombre.

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